28 de mayo de 2009

Nuevos niveles de evidencia


En el año 1992, un grupo de trabajo canadiense consiguió revolucionar al mundo médico cuando publicó por primera vez el concepto de Medicina Basada en la Evidencia.

La Medicina Basada en la Evidencia (MBE para los amigos) consiste más o menos en usar tratamientos porque es evidente que funcionan, sin saber exactamente cómo o por qué lo hacen. Es decir, "yo le receto a usted esta pastilla porque sé que le va a poner mejor; pero no me pregunte por qué le va a poner mejor, porque no tengo ni idea. La pastilla simplemente funciona y eso es lo importante, ¿no?".

Con la MBE hemos dejado de utilizar la ciencia médica, que intentaba demostrar causas y consecuencias, para utilizar otra ciencia mucho más peligrosa: la Estadística.

El problema de la Estadística es que es la ciencia de la incertidumbre. Es una doctrina que por definición es incapaz de asegurar si algo es verdad o mentira: después de complicadas cuentas, al final sólo te acaba informando de la probabilidad de que unos datos sean diferentes de otros datos. Al cerebro humano le cuesta trabajo asimilar un concepto tan abstracto.

Para simplificar esta idea tan difícil, la MBE crea cuatro "niveles de evidencia"; cuatro peldaños de una escalera qué están más o menos cerca de la verdad. De forma bastante simplificada los peldaños son estos:

EVIDENCIA A: El tratamiento funciona porque los médicos saben diferenciar a los pacientes que siguen un tratamiento de los que no lo hacen, sin necesidad de preguntárselo.

EVIDENCIA B: El tratamiento funciona porque los médicos saben diferenciar a los pacientes que siguen un tratamiento de los que no lo hacen, pero saben de antemano si hacen ese tratamiento.

EVIDENCIA C: El tratamiento funciona porque los médicos ha cogido a los pacientes que han tratado en el pasado y los han comparado con gente de por ahí que no está tratada y han llegado a la conclusión de que el tratamiento funciona.

EVIDENCIA D: El tratamiento funciona porque un grupo de médicos expertos en la materia dice que el tratamiento funciona.

Y aquí acaban los grados de evidencia. Pero yo, dentro de mi humildad conn la Estadística, me atrevo a proponer nuevos grados para ajustarlos a mi práctica clínica diaria:

EVIDENCIA E: El tratamiento funciona porque un solo médico dice que funciona, sin poder aportar ninguna referencia bibliográfica que lo confirme.

EVIDENCIA F: El tratamiento funciona porque un solo médico, que es residente en sus primeros años (como yo) dice que funciona. Son las cuatro de la mañana y no puede aportar ninguna referencia bibliográfica que lo confirme.

EVIDENCIA G: El tratamiento funciona porque un solo médico, que es residente den sus primeros años (como yo), sabe que funciona en enfermedades parecidas. Son las cuatro de la mañana y sabe que el tratamiento "no lo va a poner peor". Muy utilizado en el uso de corticoides intramusculares e intravenosos.

EVIDENCIA H: El tratamiento funciona porque el paciente sabe que funciona. Son las cuatro de la mañana y el paciente se lo hace saber a un residente en sus primeros años (como yo), amenazándolo físicamente si no se lo prescribe.

EVIDENCIA I: El tratamiento funciona porque el vecino del paciente dice que funciona. Son las cuatro de la mañana y el paciente se lo hace saber al residente de primeros años (como yo), amenazándolo físicamente si no se lo prescribe.

EVIDENCIA Z: El tratamiento simplemente no funciona, pero el médico lo prescribe para que el paciente "se crea que está tomando algo" y haga efecto placebo.

Nota: Escrito en un saliente de guardia.

23 de mayo de 2009

Ande yo caliente...


No me apetecía mucho tener que ponerme a organizar una asociación de médicos residentes; es algo que da muchos problemas, que no me aporta demasiada satisfacción y para lo que no me siento en este momento con la fuerza suficiente.

Por eso, me alegro de que haya nacido un proyecto sólido, independiente de Amircand; al que le deseo mucha suerte. Ahora entiendo cómo se sintió Góngora cuando escribió eso de:

Traten otros del Gobierno,
del Mundo y sus monarquías.
Mientras gobiernen mis días,
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno,
naranjadas y agua ardiente.

Y ríase la gente.

18 de mayo de 2009

Ley de Murphy sobre consumo de alcohol


"El consumo de alcohol de una persona es inversamente proporcional a la probabilidad de aparecer en una foto de una red social de internet con un cubata en la mano."

Foto: Convite de la boda de Maribel; foto obtenida en Tuenti.

16 de mayo de 2009

Que San Blas me proteja


Los otorrinolaringólogos somos una de las pocas especialidades médicas que tenemos un patrón propio: San Blas. Al parecer, este buen hombre del siglo III d.C., fue capaz de sacarle una espina de pescado de la garganta a un niño que se estaba asfixiando con sólo tocarle por fuera.

Aunque yo no tenga esas estupendas habilidades terapéuticas y necesite mucho instrumental para desenclavar espinas faríngeas, le agradezco a san Blas que este año no haya tenido demasiados sustos en mis guardias.

Y es que ya ha pasado un año desde que comencé a especializarme, un año llevando un busca en el que los médicos de mi hospital me dejan todo tipo de recados infartantes:

"Ven aquí rápido, que no puede respirar, corre, corre, ¡corre!".
"Creo que se ha roto la vena yugular anterior".
"Dice que el mundo le da vueltas desde esta mañana y ya ni se puede levantar de la camilla".
"Se le ha salido la cánula de traqueotomía y no se la podemos meter. Está un poco azul".
"¿Sabes si es posible biopsiar un tumor cerebral a través de la nariz?".
"Se ha tragado una pipa y creemos que la tiene en el pulmón".
"Está sangrando mucho; tiene toda la cara llena de sangre".
"Como hoy tampoco tengas tiempo de pasarte por mi planta, voy a tener que hablar con tu jefe de servicio".
"Se ha caído sobre un hierro y se lo ha clavado en el cuello, ¿eso cómo se quita?".
"Estaba echado sobre el césped y se le ha metido una hormiga por la oreja que se ha metido hacia dentro y que la escucha caminar".

Foto: Protectora imagen de San Blas en la cabecera de la cama de mi dormitorio del hospital.

11 de mayo de 2009

El Follonero (2)


Dije que sí a esa llamada de teléfono, y me planté en la Feria el lunes del pescaíto, con mi bata blanca, mi maletín de médico y el equipo de grabación de La Sexta: un director, una productora, un cámara, un técnico de sonido y los dos actores.

Comenzamos a grabar a las ocho de la tarde y terminamos a las seis y media de la mañana. La verdad es que fue bastante divertido. En la mayoría de las casetas nos dejaron entrar y grabar; en otras, nos echaron porque La Sexta era una "cadena de izquierdas".

Cuando me despedí del equipo, a las tantas de la madrugada, en la portada y con un frío que pela, tuve que firmar algunos papeles y me entró un poco de miedo. ¿Vería mucha gente este programa? ¿Se notaría que el reportaje era de broma? ¿Se molestarían conmigo en el hospital por haber hecho esta colaboración? ¿Se vería muy deteriorada la imagen de Sevilla?

He estado un par de semanas un bastante nervioso con el tema: cada vez que me acordaba del Follonero o de La Sexta me entraba miedo a haber hecho un ridículo terrible. Por eso, Carmen me invitó a cenar a su casa mientras echaban el programa; así, si la cagaba demasiado en una televisión nacional, tendría un hombro en el que echarme a llorar amargamente.

Después de haber visto el programa, estoy bastante contento. Creo que la parodia ha quedado muy simpática y que se nota claramente que estoy actuando. Sobre la pregunta de si mucha gente vería el programa, dos horas después de haber sido emitido, un residente de mi hospital ya ha colgado el vídeo en Youtube.

Foto: Los nervios de antes del estreno, con mis amigos.
Vídeo: 21 horas comiendo pescaíto y bebiendo fino. Nótese mi obsesión por los medicamentos genéricos.


9 de mayo de 2009

Caperucita feroz


Si es que se lo tengo dicho...

...que tenga cuidado con los lobos, que somos muy malos, y que ella no es tan feroz como se cree.

Foto: Caperucita roja.
Vídeo: "Caperucita", de Alfonso del Valle.

4 de mayo de 2009

Esta barbaridad


Otra de mis luchas internas:

-Esto es una barbaridad.
-Me encanta esta barbaridad.

1 de mayo de 2009

Representante de laboratorio (2)


Me confieso de que yo recibo y escucho a los representantes de laboratorio en el hospital. Me gustaría ser tan osado como algunos de mis compañeros, que se niegan a hablar con ellos; sin embargo, a mí me cuesta mucho trabajo decir que no a sus visitas cuando vienen ex profeso a verte.

Escucho atentamente lo que me dicen, aunque raras veces me lo creo. El problema llega cuando al finalizar la visita quieren obsequiarme con cualquier chuchería: un bolígrafo, un taco de post-it, algún juguete o una muestra de su producto.

Nunca acepto los regalos, pero a veces insisten mucho.

-Mira, no te molestes, en serio.
-No si no es molestia, si lo he traído para que lo uses.
-Ya, pero no hace falta.
-Insisto.
-Si es que, en serio, yo no lo uso.
-Bueno, pues yo te lo dejo aquí, que ya le encontrarás alguna utilidad.

He ido acumulando todos los regalos de este año en el fondo de mi taquilla sin tener muy claro qué hacer con ellos. Utilizarlos no me parece ético; regalarlos a algún conocido es doblar el efecto publicitario; tirarlos a la papelera es una ofensa para los países más pobres. ¿Algún consejo?

Foto: Fondo de mi taquilla, esta mañana.