28 de abril de 2010

El significado de las canciones


De repente, llega un día de tu vida en el que te das cuenta de que esa canción, que tantas veces habías escuchado antes, en realidad estaba hablando de ti. ¿No te ha ocurrido nunca? En ese momento, amigo, sabe que es bastante probable que te hayas enamorado, aunque quizás no lo sepas aún.

Mismamente, el otro día, durante un paseo por la calle, entendí qué quería decir "Creep" de Radiohead. Ya sabes cuál es; ésa de la que dicen que es la canción más triste del mundo. Ésa que dice "ojalá fuera especial... tú eres tan jodidamente especial. Pero en realidad soy un desgraciado y un bicho raro. ¿Qué me creo que estoy haciendo, si sé que no pertenezco a tu mundo?"

Foto: Mi sombra, sobre un pavimento lleno de chicles.
Audio: "Creep" de Radiohead.


23 de abril de 2010

Mi población diana


Tenía miedo a meterme en un lío y a acabar en la cárcel. Estaba deseoso de comenzar a comunicarme con mis pacientes a través de internet, pero había un gran obstáculo llamado Ley de protección de datos.

Para quien no sepa de qué va esta ley, se lo explico rápidamente: resulta que tus datos sanitarios son secretos. Que te hayas contagiado la tuberculosis, que te estés tratando un resfriado o que hayas vuelto a fumar es algo que queda entre tu médico y tú. Por supuesto, esta información se puede recoger de forma electrónica, pero no puede meterse en internet para que vaya circulando libremente por ahí. Por eso, no podía pedirle a mis pacientes que me contaran cómo les estaba yendo a través del correo.

¿Qué pasaría si algún hacker consigue acceder a esta información? Me imagino broncas terribles con mi jefe de servicio o con el director médico si esto ocurriera. Quizás incluso me despidieran y se formara un escándalo mediático: "Médico del SAS obliga a sus pacientes a publicar sus datos en redes sociales".

Me sentía impotente; no quería asistir cruzado de brazos a la explosión de la salud 2.0 en España. Necesitaba a enfermos con quienes ensayar mi proyecto de seguimiento on-line, pero ¿quiénes? ¿Y cómo podría hacerlo sin tener problemas?

-Perdona, ¿te puedo pedir un favor?

Era una celadora que acababa de abrir la puerta de la consulta.

-Sí, dime.
-Es mi padre, que lleva una semana supurando por el oído. Ha ido al médico de cabecera, que le ha dado cita con el otorrino, pero no se la van a dar en un tiempo, ¿a ti te importaría verlo en un momento, que él está ahora mismo aquí?

El personal de la casa y sus familiares; acababa de encontrar a mi población diana. Se atienden a muchos de ellos al cabo de la semana y tenían sus ventajas. Por un lado, podía pedirles que me escribieran un correo al cabo de los días, porque yo les estaba haciendo un favor. Por otro lado, como yo los estaba atendiendo extraoficialmente, no iba a quedar constancia en ningún sitio de que hubiera existido un acto médico, por lo que no iba a tener ningún problema con mis superiores.

-Claro que no me importa verlo -contesté. Pero, a cambio, ¿podría pediros que participarais en un proyecto de investigación que acabo de comenzar?

19 de abril de 2010

Representante de laboratorio (3)


El otro día me sorprendí a mismo cuando descubrí que, durante toda una guardia, había estado escribiendo con un bolígrafo con publicidad de un medicamento y que ni siquiera me había dado cuenta.

Cada día que pasa me resulta más difícil resistirme a los representantes. Es difícil rechazarles cuando te quieren invitar a comer o te quieren pagar un congreso: soy humano y a nadie le amarga un dulce. Un congreso suele costar unos mil euros que tengo que pagar del bolsillo. Jamás había imaginado que mantener la coherencia con mis ideas acerca de las farmacéuticas me iba a resultar tan caro. Por ahora estoy consiguiendo mantenerme en mis trece de no aceptar cosas de los laboratorios y eso también incluye no acudir a comidas en restaurantes en los que, por su precio, nunca se me habría ocurrido entrar.

En otro orden de cosas, ayer por la tarde, me di cuenta de que tenía dos tartas diferentes en mi frigorífico, que habían cocinado dos pacientes agradecidas que querían tener un detalle conmigo. Una era un bizcocho de manzana; la otra, una tarta de queso. Estaban muy buenas.

Entonces me di cuenta de que esas tartas me sabrían siempre mejor que los sofisticados postres de un restaurante caro, porque son el resultado de un esfuerzo personal y que quizás no lo estuviera haciendo tan mal después de todo.

Foto: Las dos tartas.

16 de abril de 2010

La muerte de Enrique


Hace unos meses, me enteré de que Enrique Jardiel Poncela había muerto de un cáncer de laringe del que, por algún motivo que no conozco, había decidido no tratarse. "Ay" -pensé. Bueno, no es que pensara exactamente "Ay", que yo no pienso en forma de onomatopeya, sino que me entró una sensación desagradable al enterarme que este hombre, que tantos buenos ratos me ha hecho pasar, se había muerto de algo "mío". Puedo imaginarme su enfermedad con bastante nitidez. Quizá con demasiada.

Hace unos días, por casualidad, encontré en una librería un libro de Jardiel del que nunca había oído hablar: "El libro del convaleciente; inyecciones de alegría para hospitales y sanatorios". Me resultaría cursi contar que en ese momento sentí que si había alguien en el mundo que debía leer ese libro, ése era yo. Sí que puedo deciros que me encontré con la obligación moral de comprarlo porque, ¿no es fundamental en mi formación como otorrino saber cómo se las arregló para afrontar el cáncer de laringe un humorista español?

Hace unas horas, comencé a leer el libro. Empieza así:

DEFINICIONES

Cigarro.- Tubito de papel, relleno de una sustancia indefinible, que sirve para destrozarse la faringe y para entablar conversación con los compañeros de viaje.

Actualización por el Día Mundial de la Voz.
Foto: Antiguo escenario del teatro Imperial, hoy la sección de teatro de la librería Beta.

12 de abril de 2010

El trabajo de Cristina


Cristina era alemana, rubia, delgada y más alta y joven que yo. Parecía una adolescente y seguramente lo hubiera sido hace pocos años. Se movía silenciosamente por la casa y seguía de manera escrupulosa todas las reglas que le había puesto: limpiaba sus platos nada más terminar de comer y procuraba poner sólo una lavadora semanal.

Era muy fácil convivir con ella; sobre todo, porque sólo nos veíamos a la hora del desayuno. A esa hora era incapaz de hablar español, y mientras ella se tomaba su pan con mermelada, yo me entretenía en desoxidar mi alemán, un idioma que hacía ya muchos años que no hablaba.

(Conversación traducida del alemán)

-¿Tienes algún plan para estas semanas en Sevilla, Cristina?
-Sí. Voy a trabajar.

No le dije que estábamos en crisis, ni que conocía a mucha gente que llevaba buscando trabajo durante meses sin éxito.

-Ah. Y, ¿sabes donde buscar trabajo?
-No necesito buscar trabajo. Ya lo encontré antes de ayer, tengo un contrato para estas semanas y ayer fue mi primer día.
-¿Para quién vas a trabajar?
-Voy a trabajar de "maler".
-¿"Maler"? ¿De pintora? ¿Vas a pintar cuadros?
-No. Pintora de cuadros se dice "kunstner". Yo soy pintora de paredes; soy "maler".
-¿"Maler"?
-Sí. Ahora a las ocho de la mañana tengo que pintar un tejado a unas calles de distancia de aquí.

No penséis que soy machista ni nada por el estilo, pero me costaba trabajo imaginarme a aquella niña que parecía tan frágil colgando de un arnés sobre un tejado del centro.

-Pero, pero,... eso es peligroso, ¿estás segura de que quieres hacer eso?
-Claro. En Alemania trabajo como pintora y he estudiado cómo se hace durante tres años en la escuela de pintores.
-¿Tres años? ¿Tantas cosas tienes que saber para pintar?

La pregunta me resultó un poco grosera nada más la hice y ella me miraba como si viviéramos en mundos diferentes. Seguramente sea así.

-Hay muchos tipos de pintura -respondió. Hay muchas clases de paredes también. Cada pintura tiene una forma de aplicación y requiere de un tiempo de secado. Es muy complejo.

Entonces pensé en muchas cosas. En la pared del cabecero de mi cama, por ejemplo, que le pedí a Alberto, mi albañil, que me pintara de verde oscuro y que me había dejado muy mal, llena de manchas y de parchetones en diferentes tonos de verde. También pensé en que Alberto nunca había ido a una escuela de pintores (ni de albañiles, ni de fontaneros). Y por último, comprendí por qué a Cristina la habían contratado durante su segundo día en España.

-Lo que no entiendo -dijo ella para rematar el desayuno y dejarme hundido- es por qué me dicen que esté allí a las ocho, cuando todo el mundo llega a las ocho y diez o las ocho y cuarto. El jefe también.

Y Cristina se levantó, limpió sus platos y salió de casa con puntualidad alemana.

Foto: Mi patio, hace unos minutos. Alberto me dijo que se llevaría sus pinturas hace mes y medio.

9 de abril de 2010

Personas valientes


A veces me he preguntado qué ocurriría si lo dejase todo y fuese detrás de mi sueño. En primer lugar, tendría que decidir cuál es el sueño que quiero perseguir: no sé si es dedicarme a escribir obras de teatro o tocar el piano del bar en los hoteles de medio mundo.

Sea cual sea mi sueño, sé que no voy a ser lo suficientemente valiente para dar el paso adelante: son muy pocos los que lo dejan todo para cumplir su sueño. Sin embargo, yo conozco a uno de ellos, y se llama Javi.

Javi fue valiente, hizo de tripas corazón e intenta ganarse la vida como dibujante de comics, que es lo que le gusta hacer. Javi acaba de publicar su primer libro y Javi se va a Barcelona en un par de semanas detrás de lo que quiere.

Pero Javi, como cualquier artista, necesita ser conocido. Así que, si tenéis un poco de tiempo, ¿por qué no os pasáis por su página por si os gusta lo que dibuja?

Foto: Caricatura de Javi, con la que me dedica personalmente mi ejemplar.
Enlace: El blog de Javi: La Mierda Ocurre.

6 de abril de 2010

Cinco consejos para quitar tapones de cerumen


1. Asegúrese de que el paciente al que le desea sacar el tapón de cerumen tiene un tapón de cerumen. El hecho de que el paciente le diga que "ha tenido tapones otras veces" y que "ahora siente la misma sensación" no es suficiente. Por favor, utilice su otoscopio y mire qué está ocurriendo ahí dentro.

2. Es mejor no jugar a quitar tapones en oídos con tímpanos perforados y mucho menos en oídos operados. El nervio facial, la yugular interna y la meninge tienen en ocasiones la mala costumbre de pasearse por el oído medio y con sus maniobras puede cortarlos, pincharlos o infectarlos. Por favor, sea cauto.

3. Para limpiar los oídos, utilice agua tibia. No se sienta tentado a utilizar agua calentita ni fresquita a menos que quiera recordar sus clases de Fisiología acerca del nistagmo. Por favor, compruebe la temperatura del agua.

4. Llene una jeringa con esa agua tibia. Las primeras veces no es necesario que utilice una jeringa muy grande. Con jeringas de 10 ó 20 cc, paciencia y varios "jeringazos" se obtiene una limpieza efectiva y menos traumática. Por favor, hágalo como si el oído fuera suyo: no use jeringas de nutrición.

5. No apunte con la jeringa en dirección directa al tímpano; diríjala mejor hacia la pared posterior del conducto. El agua a presión sobre el tímpano hace ruido y duele. Por favor, apunte bien y reprima sus ganas de perforar.

Cuando haya conseguido sacar el tapón de cera, juegue con él. Enséñeselo a su dueño. Hágase el sorprendido por el gran tamaño del tapón y explique al paciente que ahora debería escuchar mucho mejor. Si sigue estos sencillos consejos, se convertirá en el rey del cerumen y sus pacientes acudirán a usted asiduamente para que les asee sus oídos.

Foto: Nazareno jugando con cera.

1 de abril de 2010

"Esto no es mío"


Mafalda decía que si uno no se daba prisa en cambiar el mundo, al final era el mundo el que lo cambiaba a uno. Lo mismo ocurre con el hospital: si al principio uno no ve de forma crítica las cosas que le parecen mal, al final acaba aceptándolas como normales.

Una de las cosas que menos me gustaba cuando comencé a trabajar era cuando un médico decía "esto no es mío", refiriéndose a que un paciente presentaba un cuadro que no aparecía en el libro de su especialidad y que por lo tanto no iba a tratar.

Sin embargo, conforme el tiempo ha ido pasando, yo también he comenzado a derivar a pacientes a otros especialistas porque, desde mi punto de vista, no tengo muy claro qué hacer con ellos. Yo también he estado diciendo "esto no es mío" y acto seguido ¡zas!, regalo para el neurocirujano, el psiquiatra, el maxilofacial, el neurólogo, el plástico o el endocrino.

Esto es aún más duro cuando la experiencia me ha hecho saber de antemano que, en ocasiones, el especialista que va a recibir el paciente no le va resolver su problema tampoco, pero que aún así por protocolo debe verlo. La situación se vuelve extrema cuando en algunos casos, afortunadamente pocos, ningún especialista considera que "esto sea suyo". Entonces nos encontramos con un paciente que se queda húerfano de especialista.

Es lo peor que le puede ocurrir a una persona, que nadie la quiera.

Foto: Jesús ante Herodes, el pasado domingo. Jesús también fue derivado de una autoridad a otra hasta que finalmente se murió y dejó de molestar.